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viernes, 30 de octubre de 2009

Paredes cuadriculadas


Cruz de los caidos





Foto de la Cruz de los Caidos a la entrada de Serradilla.

Se acerca el Dia de los Santos. No me interesan las nuevas modas. Para mí sigue siendo el día en que los cristianos honramos a nuestros seres queridos que fallecieron.


Paredes cuadriculadas
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Un camino de cemento
sin sombras, sin alamedas,
adornado de dolor,
en el cementerio lleva
por rincones solitarios...
-huele a ladrillo y cal fresca-
cuadriculados cajones
de cucigramas sin letras
que encierran seres amados
detrás de las losas negras.
Mil cuerpos ya putrefactos
-sombras detrás de las piedras-
reposan en negros nichos
tras cruces, flores y velas.
Todo el ayer recogido
en cuatro paredes nuevas
que borran del cementerio
la intimidad de la tierra.
La soledad y el dolor
se agiganta y se rebela
en la calle sin salida
formada por las hileras
de los nichos superpuestos
donde arcones de madera
cobijan en su interior
lo que ayer nuestro amor fuera.
Ya nunca podré rezar
ni llorar sobre la piedra
donde dormían los restos
de aquellos que yo quisiera,
ni podré limpiar la losa
donde las lágrimas dejan
reflejos de amor sincero,
brillo de dolor y pena.
Ni doblaré silencioso
una rodilla en la tierra
para rezar la oración
que aprendí yendo a la escuela;
tan solo podré rezar
-es el corazón quien reza-
mientros miro una pared
repleta de piedras negras
de perfil cuadriculado
con flores, cruces y velas
y fotos de aquellas gentes
que de niño conociera.
-Paredes cuadriculadas
cual crucigramas de pega,
que encierran seres queridos
en vez de encerrar las letras.-
Hacia un rincón solitario
el caminito me lleva.
¿Que me importan las paredes
con sus cruces y sus velas?
Aquí me trae el dolor,
el recuerdo... la tristeza,
el amor de los que fueron...
la soledad y la pena
que aquí se vuelve oración
y rebota entre las piedras,
y se pierde silenciosa
-entre cruces... flores... velas...-
entre suspiros y rezos
y poco a poco se mezcla
con las penas de otras gentes
y entre los nichos se quedan
impregnando los rincones
de una solemne tristeza.
Y al final, cuando me marcho,
tan solo el dolor se queda
acompañando a los muertos
mientras mis pasos se alejan...
-caminito de cemento...
sin sombras... sin alamedas,-
rumiando mil sensaciones
y rezando una postrera
oración, que fugitiva
entre los nichos se queda
para compartir con ellos
la tristeza de unas piedras...
irónico escaparate
de cruces y fotos viejas.
Y ramos de mustias flores.
Y palmatorias sin velas.

Siempre estarán en mí recuerdo.