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martes, 23 de marzo de 2010

Cuando la noche se apaga

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Cuando la noche se apaga
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Pasó la noche deprisa,
pasó en silencio, dejando
susurros de viento y fuego;
el sudor ha salpicado
tu pelo como la endrina
y ha puesto gotas brillando
sobre la piel de tu cuerpo...
tu cuerpo, trigo dorado.
Pasó la noche y se fue
con sus estrellas de plata,
y yo me quedé llorando
con la luz entrevelada
del día que se despierta
con la claridad del alba.
Se fue; se fue y con la noche
se fue mi vida y mi alma
se fue tu cuerpo dorado
se fue tu sonrisa blanca,
se fue tu pelo sedoso,
se fue el arco de tu espalda,
y yo me quedé llorando
porque sin ti no soy nada;
ni soy luz ni amanecer
ni rocio ni esmeralda
ni soy estrella del cielo
ni soy una gota de agua
como aquella que la noche
dejó temblando en tu espalda.
Todo se fue con la noche,
todo se perdió en la nada;
pero yo he visto brillando
cual relicario de plata,
dos luces que parecían
dos estrellas escapadas
del cielo, para quedarse
prendidas en tu mirada.
Estrellas de medianoche,
luces de la madrugada.
Pero la luz de tus ojos,
esa... no la iguala nada
y brilla... sigue brillando
cuando la noche se apaga.