Seguidores

martes, 17 de noviembre de 2009

Paseando

La cruz del siglo y al fondo, Serradilla, mí querido pueblo.
Os traigo hoy un paseo por los paisajes serradillanos, los mismos sitios que siendo pequeño recorrí mil veces jugando con mis amigos.
Caminando entre pinos
Allá al fondo, el castillo de Monfragüe
El alcornocal
Las chumberas y al fondo Serradilla
La dehesa extremeña cuajada de flores
Arroyos que murmuran...

Todas estas fotografías son de un buen amigo, Carlos J. Martín Díaz, que me las ha cedido gentilmente para publicarlas en mis blogs.



Paseando
_________________________________

_________________________

_________________


Salí recorriendo un día
los viejos alrededores.
Descubrí que la nostalgia
teje en nuestros corazones
encontrados sentimientos...
despierta dormidas voces.
Cuantos recuerdos guardados
como pétalos de flores,
afloraron a mis ojos
ávidos de sensaciones
mientras andaba el camino
bordeado de alcornoques.
Un arroyo susurraba
dulces baladas con voces
de agua fresca que corría
formando bellos acordes
que llenaban el ambiente
y escapaban soñadores
hasta llegar al camino
regalándome sus sones.
A lo lejos en un prado,
corderillos saltadores
y acá renegridos grillos,
cantan ufanas canciones
mezcla de verso y silbido...
poesía de trovadores.
Por todas partes hay zarzas
donde los mirlos se esconden.
Y colorines pintados
que parecen vivas flores,
van desgranando su canto
que se suma a los acordes
del arroyo solitario
y al ruido del alcornoque
que susurra con la brisa
su canto de corcho pobre.
Allá a lo lejos la sierra
con sus cancheras enormes
y en el cielo, cual cometas
que bailan extraños sones,
se ven los buitres volando...
oteando el horizonte.
Un castillo derruido
en el picacho que rompe
como un corte de navaja
los inmensos farallones
y una ermita chiquitita
junto al castillo deforme,
rompe el adusto contorno
y se convierte en un broche
blanco entre el verde follaje
como un lucero que rompe
con su brillo la negrura
de la silenciosa noche.
Aquí y allá los olivos.
Y las encinas enormes.
Y las huertas pequeñitas,
llenas de melocotones,
de naranjos, de granadas
de rojos granos. De flores
que adornan bellos arriates
convirtiendo los rincones
en trozos de paraíso...
¬Cuanta vida... ¡excelso goce!
Como exhalan su perfume
mezcla de flor de limones
y agua que corre sumisa
los arroyos habladores.
¬¡Como alegran el camino!
¬¡Y como los alcornoques
susurran la melodía
que el viento en sus hojas pone!
Arriba, pegada al cielo
recortando el horizonte,
la Cruz del Siglo... la misma
que verán generaciones
de niños serradillanos
lo mismo que sus mayores
la vieron cuando eran niños...
como un símbolo que pone
de punta el vello al nombrarla...
¬¡Vieja historia de otros hombres!
¬¡Que imponente panorama!
Cuanta hermosura se esconde
al contemplar la ladera.
Los caminos que recorren
cual torcidos arañazos
todo el ámbito del monte.
Por ahí, en esos canchales...
cresta dura como el bronce,
yo jugaba de pequeño...
juventud... ¬¡donde te escondes!
¬¡como afloran mis recuerdos!
¬¡que sensación me recorre!
parece que sigo viendo
por los parajes de entonces
aquellos viejos amigos
con sus juegos... con sus voces...
Cierro los ojos y pienso
que nuestra vida es un cofre
que guarda sin tu saberlo
inquietudes... sensaciones.
No quiero ponerme triste.
Prefiero aguantar los golpes
que da la melancolía
contemplando el horizonte
de llanuras dilatadas
escuchar ocultas voces
que hacen serenar mi alma
y vienen de no se donde
llenando con sus suspiros
mis mas ocultos rincones.
Todo es igual... y es distinto.
Son las calles que conoces
angostas y retorcidas
con vetustos caserones
que guardan entre sus muros
sombras de ayer. Viejos nombres
forman parte de estas calles...
aquellas gentes de entonces...
Y hoy... ¿donde están? ¬¡quien lo sabe!
Perdidos por no se donde.
Añorando... ¬¡estoy seguro!
La belleza de estos montes.
La cresta de nuestra sierra.
Y esos viejos caserones
que se quedaron vacíos
cuando buscando ilusiones,
el canto de las sirenas
nos atrajo con sus voces.
Hoy viendo otra vez mí pueblo,
mientras mis ojos recorren
mil rincones olvidados,
una dude me corroe...
¿no se quedaron aquí
parte de mis ilusiones?
Espero que os haya gustado este paseo por mi tierra.