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sábado, 3 de octubre de 2009

Es... como un milagro

Es... como un milagro
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¿Una infancia triste?
Nunca lo he pensado.
A pesar de todo...
nunca fue tan malo;
nunca la pobreza
se me ha presentado
con la cara fea
ni ese gesto insano
con que nos la ofrecen
los telediarios.
Vivir con lo justo
sin tirar de largo
no es estar sufriendo
ni vivir penando,
porque nuestra vida...
el vivir diario...
es mucho mas que eso...
es... como un milagro.
Es sentir la vida
 que fluye despacio,
es gozar de aquello
que nos ha llegado.
Es sentir la calma
de un cielo estrellado,
las voces ocultas
del viento silvando,
la suave dulzura
de un día nublado.
Si. Sentir la vida
es... como un mlagro.
De mí infancia digo
que se fue volando
porque fue vivida
con ímpetu, claro,
con el ansia limpia
de un enamorado
que solo la vive...
¡es lo mas sensato!
pero en ese vuelo,
se fueron grabando
tantas cosas lindas
 de mí suelo amado,
que solo por eso
me digo que es algo
que me ha convertido
en afortunado.
Y creo sincero
que ese ayer lejano
que fuera mí infancia...
¡es como un milagro!
A veces, recuerdo
del ayer lejano
las luchas diarias
que como muchachos
sin preocupaciones
nos iban dejando
sin darnos ni cuenta,
los cuerpos cansados
y mil cicatrices
en los pies descalzos...
y a pesar de todo,
hoy, al recordarlo,
me siento de nuevo
como transportado.
Se me ensancha el pecho
y sube a mis labios
una sonrisilla...
¡de muchacho... claro!
porque al revivirlo
me siento encantado,
porque es tan bonito...
es... ¡como un milagro!
Y cierro los ojos...
 mis ojos cansados
de mirar el mundo...
 de ver mil fracasos...
y a pesar de todo,
el recuerdo es claro...
los sueños del niño
aun siguen guardados.
De mí infancia digo
que es como un regalo,
un trozo bendito
que se me ha quedado
en medio del alma
y es como un reclamo.
Un trozo de vida
a fuego grabado
que siempre me sigue.
Bendito regalo
del que nada tiene
y que sin embargo
se siente dichoso.
Es... ¡como un milagro!
Recordar las penas...
¿sirve para algo?
si hay recuerdos bellos...
¿para que amargarnos?
vivamos la vida...
¿hay algo mas sano?
y ante el infortunio
abramos los brazos.
Y cuando las penas
quieran atacarnos,
volvamos la vista
hacia aquellos años,
hacia los recuerdos
de nuestro pasado,
hacia los recuerdos
que están esperando
como los juguetes
un nuevo repaso.
Otro niño nuevo
que quiera estrenarlos...
que sonría al verlos...
¡ese es el milagro!
Estrenar de nuevo
los sueños gastados
sacar de las sombras
como un bello ramo
de olorosas flores
el ayer soñado;
volver a ser niños
que esperan ufanos
el jugute nuevo
que siempre soñaron
y que se esperaba
de los Reyes Magos.
Porque la legría
siempre la llevamos
guardada en el pecho
como un relicario,
y sale y nos deja
como embelesados,
como niño chico
al que le compraron
su juguete nuevo...
¡bendito milagro!
¿Una infancia triste?
¿un niño amargado?
¿con la mente inquieta
que el Señor le ha dado!
¡jamás en la vida
me lo he imaginado!
La vida es alegre,
con sus altibajos,
con sus tropezones...
con sus buenos ratos.
Y eso es lo bonito...
¡ese es el milagro!


De mí futuro libro Pensamientos con rima.
Aun cuando en mí poema haya un cierto optimismo ante aquellos tiempos, no es todo verdad. La verdad es que fueron unos tiempos difíciles, pero estaba mí madre y ella nos hacía ver las cosas en un color que tal vez no existiera. Siempre la daré las gracias por ello. Porque nos hizo ver y disfrutar de las cosas bellas de la vida y dejar las cosas tristes aparte.   Por eso siempre he creido que una infancia feliz es la mejor herencia que los padres pueden legar a sus hijos. Gracias madre y gracias padre por ello.