Seguidores

jueves, 4 de febrero de 2010

Décimas a un poeta serradillano


Décimas a un poeta serradillano
_______________________________________
______________________________
___________________


A veces una oración
y otras veces unas glosas,
resultan igual de hermosas
si las dicta el corazón;
porque muchas veces son
los versos como oraciones
que calman las desazones
con la misma fe y amor,
que esa oración que el dolor
arranca a los corazones.

Por eso es que vengo a orar
de forma respetuosa;
mas no esperéis otra cosa
en mi forma de rimar,
que una forma de rezar
con amor, con sencillez
y la esperanza, tal vez
de ensalzar humildemente
ese corazón valiente
que fue su honra y su prez.

Porque yo en mis versos quiero
rezar, tan solo rezar
por un hombre singular
que supo andar el sendero
con coraje verdadero.
Y aunque escritos con fervor,
nunca tendrán mas valor
que el canto de los gorriones,
para aquellos corazones
que oyeron a un ruiseñor.

El cantó a nuestros lugares
con esa filosofía
del que escucha cada día
el viento entre los pinares
y en los pardos encinares
el arrullo melodioso...
rítmico... lento... precioso,
de la tórtola campera
que canta en la primavera
su sentimiento amoroso.

Sus pupilas siempre llenas
con el quehacer cotidiano,
buscaron el lado humano
que se esconde entre las penas;
cantó a las duras faenas,
cantó al placer de vivir,
porque vivir es sentir
todo lo que se ha vivido
y es esperar prevenido
por si tienes que partir.

Cantó a su tierra querida
a la inquietud que llenaba
a esa gente a la que amaba;
cantó su forma de vida
de una manera sentida
porque también la vivió;
cantó todo lo que amó
con esa sana alegría
que da la sabiduría
de aquel que lo conoció.

Yo he escuchado su cantar
suavemente en mis oídos,
porque sus versos sentidos
hacen mi alma soñar;
por eso, quiero rezar
y recordar su poesía.
Fue un ruiseñor; yo diría
que reflejó en sus tonadas
el sol en las alboradas
al amanecer del día.

El sentir noble y callado
de su tierra y de sus gentes,
de los que estamos ausentes,
de su Cristo bienamado,
de todo lo que ha forjado
ese espíritu tan llano
del que se sentía ufano;
ese espíritu bravío
que es la casta y señorío
del hombre serradillano.
_________________________________

Se llamó Gonzalo Alonso Sánchez.  Él escribió como nadie el sentir de la gente de mí pueblo. De sus costumbres, de sus amores, de sus faenas agrícolas, de sus afanes y de la dureza de la vida en el campo. Pero también del amor, de los hijos algo que conocía muy bien pues tuvo 12. Compuso muchos poemas sin preocuparse donde los escribía, simplemente le venía a la mente la inspiración y el la escribía.
Después de su muerte, un amigo común, José Maria Real Antón, recopiló sus poemas y los editó en un libro. Fue a tiempo, porque los tenía como he dicho repartidos por los albaranes y las facturas de una pequeña tienda de comestibles que tenía. Tal vez se hayan perdido muchos, pero al menos se han recuperado varios cientos. Un día publicaré alguno de ellos en este rincón de Pensamientos con rima.