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lunes, 24 de mayo de 2010

Rincones... ¡los de mí tierra!

Voy a hacer una parada por unos días o tal vez unas semanas. Volveré si Dios quiere, solo es un tiempo para repasar la Lengua Española, hacer crucigramas y leer prensa rosa... jajaja, todo lo que suelen preguntar en Pasapalabra. Ya os avisaré cuando vaya. Os quiero.


Foto tomada desde la Cruz el Siglo


Rincones… los de mí tierra
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¡Encinas las de mí tierra!
Olivos… aquellos viejos
con aceitunas de espejos
en la falda de la sierra.
¡Olores los de las jaras
el tomillo y el romero!
¡El embrujo dulce y fiero
que brota de las senaras!
Agua como el agua aquella
con sus ondas cantarinas
deslizándose entre encinas
de la manera más bella.
¡Que hermosura! ¡que horizontes
desde la sierra bravía!
Dehesas al mediodía,
y a nuestra espalda los montes
cuajados de madroñeras,
jaras, alcornoques… pinos,
mil recónditos caminos
y las enhiestas cancheras
que la sierra coronando,
son como titanes viejos
oteando desde lejos
a los pájaros volando.
Aquí todo es armonía.
Todo tiene su grandeza.
Todo rezuma alegría,
todo es serena belleza.
La brisa que te acaricia
con olor a madroñeras,
como si mil primaveras
te ofrecieran su primicia;
y el vuelo lento y pausado
sobre la cima serena
de algún águila que entrena
o algún buitre rezagado.
Todo es espectacular.
Tan grandes son las llanuras…
tan límpidas y tan puras,
que nos hacen suspirar.
¿Quién puede sentirse ajeno
al influjo de mí tierra?
y la belleza que encierra…
¿a quien le deja sereno?
¿Quién se puede resistir
ante tan bella visión?
¡Esto es soñar y vivir
la más sublime impresión!
Rincones… ¡los de mí tierra!
rincones donde de niño
jugué con ese cariño
que en lo más hondo se encierra;
recovecos misteriosos
de cuevas entre cancheras
cuajadas de fabulosos
relatos de horribles fieras
que en nuestro infantil empeño,
aquella horrible quimera
pasaba de ser un sueño
a ser real… verdadera.
Y escondidos y acechando
por los ocultos rincones,
encontrábamos jugando
las antiguas sensaciones
que en los viejos andurriales…
en este mismo lugar,
hace tiempo, otros chavales
también quisieron buscar.
Los recuerdos… !que bonitos!
le da sabor a la vida
esa dulzura escondida
en rincones infinitos.
Los siento dentro de mí
como siento los sonidos
que brotan como latidos
de la vida que viví.
Siento orgullo de las gentes
que pueblan esos rincones
donde laten corazones
grandes, nobles y valientes.
Rincones… ¡los de mí tierra!
están en mí tan presentes
como conservo latentes
los olores de su sierra.
Y tú, que me estás leyendo,
que saboreas conmigo
estas cosas que te digo…
dime… ¿no lo estás sintiendo?




Esta es nuestra Cruz del Siglo. Se colocó en lo alto de la sierra para commemorar la entrada en el 1900.


Pero creo que desde cualquier lugar se pueden ver paisajes fantásticos. Os los recomiendo.